Ya me he formado como profesor de yoga…. ¿Y ahora qué?
Mientras estás en la formación de profesores, el temario, los compañeros, los propios formadores te van acompañando a lo largo de varios meses, te sientes apoyado, tus preguntas son resueltas, compartes tus experiencias, interactúas y sientes que vives una gran progresión en tu práctica personal.
Pero la formación termina y ese contexto tan familiar y que tanto has disfrutado de una forma u otra se disuelve. Y llega el momento de seguir tu camino a solas, en un terreno que ya no es tan cómodo, sencillamente porque es desconocido: ahora comienzas a dirigir tus propias clases, a acompañar a tus alumnos, a resolver sus dudas, a fijar contenidos, a decidir tus precios, horarios…. a gestionar tu propia enseñanza.
Lo primero que debes tener en cuenta es que desde este momento se inicia un bello camino, muy gratificante y que genera mucha felicidad en la vida de un profesor.
No es un sprint, piensa más bien en una marathon, los resultados llegan a medida que vas cultivando tus clases, pero si tienes claro y sientes que este es tu camino, entonces te comparto algunas ideas que puedes tener en consideración.
1. Sostén la inercia y la energía de tu formación
Mantenerte conectado con la rutina de estudio y práctica favorecerá que sientas más cercano tu deseo de dedicarte profesionalmente a la enseñanza de yoga.
Sobre todo no desconectes. Sigue cuidando tu Sādhana y repasa los contenidos enfocados en el diseño de clases y de la pedagogía.
Si tienes ocasión experimenta con varios profesores de yoga y presta atención a cómo guían, qué palabras utilizan, cómo explican las posturas. Esto ayuda a experimentar y comprobar la gran variedad y riqueza que existe dentro de la enseñanza de yoga.
Por cierto, aprovecho para compartirte estos 2 artículos Certificaciones de yoga: Lo que nadie te dice y Ser profesor de yoga, los cuales publique hace un tiempo y considero que hace resonancia con el tema que abordaremos a continuación.
2. Empieza a dar clases
Sé activo en la búsqueda de grupos para guiar clases de yoga. Puedes esperar a que las oportunidades lleguen solas pero normalmente llegan antes si lo favoreces.
Inicia un primer grupo con amigos y familiares, personas cercanas con las que te sientas cómodo y que entiendan que son tus primeras clases de yoga.
De esta manera podrás soltarte dentro del “rol” de profesor y empezarás a darte cuenta de muchas cosas:
cómo prefieres colocar a los alumnos para verlos mejor.
cómo modular la voz para que te oigan con claridad.
qué tramos de la clase (a nivel de explicación o de guía) te cuestan más y necesitan. de más rodaje.
cómo te mueves con tus diseños en papel y la ejecución de la clase en sí.
cómo manejas los tiempos cuando enseñas.
Empezar a dar clases es abrir otro mundo diferente al formativo o a la práctica. Es el camino pedagógico. Puedes leer, observar, reflexionar…. pero a enseñar se aprende enseñando. Por eso, cuanto antes empieces a guiar tus propias clases mejor.
3. Diseña tus clases
¡Diseña tus propias clases! pero sobre todo, recicla el contenido, ponlo en práctica varias veces, mejóralo y aprende.
Muchas veces me preguntan si les puedo dar clases de yoga ya hechas y estructuradas, y es cierto que al principio te puede dar más confianza guiar las clases de otro profesor, pero es un arma de doble filo: igual que a enseñar se aprende enseñando, tienes que ponerte a diseñar tus propias clases para dominar este arte.
Piensa que no necesitas 48 clases distintas para empezar, tan sólo necesitas 5 muy bien diseñadas y estudiadas para que, desde ellas, puedas hacer variaciones y ampliaciones.
Si necesitas una guía más especifica y material referencial sobre este tema, te invito a leer el siguiente artículo Arquitectura, secuenciación y diseño creativo de secuencias de yoga.
4. Enseña lo que practicas, conoces y dominas
En el yoga entra en juego la integración del asana en tu propia vivencia que no es más que "TU EXPERIENCIA DE PRÁCTICA".
Un buen profesor habla desde ahí, desde su propio conocimiento, por ello consigue empatizar con el alumno en su camino de construcción del asana y conducirlo sabia y respetuosamente.
A veces puede parecerte que te mueves en un terreno muy básico y tienes ganas de superarte y dar más, pero todo tiene su tiempo y su lugar. Dominar el lenguaje del yoga para principiantes no es nada fácil y lo básico no es peor que otra cosa, es esencial y es refinado.
5. Reduce la improvisación
La improvisación puntual puede ser algo beneficioso porque pone en marcha tus recursos internos y reta tu capacidad de reacción y tu mente relacional.
Puede llegar a ser una experiencia gratificante donde sientes que todo fluye, estas inspirado, das con las palabras adecuadas… pero si lo conviertes en la norma y permites que la improvisación reemplace al diseño planificado, inevitablemente buscarás repetir las mismas secuencias, ritmos e instrucciones con las que te sientes seguro y tu enseñanza puede perder calidad.
6. Ten en cuenta al grupo que tienes delante
La clase de yoga que diseñas es para tus alumnos, su nivel, necesidades y condición.
Sé que a veces nos atrae la idea de ofrecer más, explicar más, ahondar más en una clase pero dar demasiado a los alumnos no es positivo para su aprendizaje.
Usar la planificación y trabajar con contenidos a largo plazo te ayuda a dosificar la información para que tus alumnos puedan integrarla sin saturarse. Es el poder de la línea pedagógica.
Para que me entiendas, imagina que quieres enseñar los 7 chackras en clase. En vez de hacerlo todo en una única sesión segmenta el contenido. En la siguiente imagen te muestro como:
De esta manera has convertido un concepto o una idea que quieres enseñar en el diseño de clases de varias semanas. ¡qué tranquilidad saber que lo tienes todo pensado, estudiado y preparado! De hecho, esta manera de trabajar es tan potente que podrás anunciarlo en tus canales de comunicación y avisar a tus alumnos potenciales del trabajo que estás realizando en clase.
7. Planifica y progresa
Planificar, de esto es de lo que te estoy hablando. Diseñar y preparar tu contenido a largo plazo es lo más recomendable.
Cuando te has tomado el tiempo de planificar tus clases significa que conoces tus secuencias, que las has desintegrado, practicado y comprendido. Tienes opciones y variantes preparadas para situaciones concretas. Tienes tus recursos anotados y trabajados.
8. Escoge un canal de comunicación y comparte lo que vas viviendo y enseñando
Además del trabajo a nivel de contactos y de presencialidad que inicies cuando anuncies que estás organizando tus primeros grupos de clase empieza a hablar de ello en tus redes sociales.
Escoge un canal o una red social que te guste, puedes abrir una cuenta única para tus clases o puedes seguir con la que ya tienes. No hace falta que sea perfecto, sólo empieza a hablar de ello con naturalidad: cómo te sientes, cuáles son los retos que esta afrontando, qué estás enseñando en clase, qué dicen tus primeros alumnos.
Tu propio avance te irá pidiendo una mayor comunicación a medida que vayas cogiendo seguridad y empieces a pensar en dedicarte plenamente a ello.
9. Marca objetivos para tu primer año o curso de yoga
Si tienes claro que quieres vivir del yoga, o por lo menos intuyes que sería algo que te haría ilusión, márcate objetivos que te acerquen a ello.
La mayoría de los profesores en esta etapa se van dejando llevar por la inercia, las oportunidades que surgen y lo que va sucediendo. Yo te recomiendo que tengas claro a donde quieres llegar para que sí o sí, la energía que vas a invertir te lleve en la dirección que tú quieres.
10. Precios realistas para tus clases de yoga
El dinero y la valoración económica del yoga tienen su propio submundo. Normalmente resulta delicado hablar de dinero, precios, ventas, etc., en cualquier terreno y por supuesto, en el mundo del yoga profesional no nos quedamos atrás.
Por ello, y para que puedas ubicar desde el principio, esta relación te traigo una reflexión acerca del VALOR vs PRECIO de tus clases de yoga.
Una cosa es el VALOR del yoga. Como profesores hemos experimentado y conocemos el enorme legado del yoga no sólo para nosotros sino para la humanidad. Honramos cada día su tradición, lo practicamos, lo enseñamos.
Luego tenemos el PRECIO de la enseñanza. Dentro de la sociedad y contexto en el que vivimos adjudicamos un valor monetario a las propuestas que ofrecemos.
Finalmente, y por experiencia al dedicarme al mentoring y la formación de profes en este ámbito, a la hora de poner precios surgen muchas resistencias, dudas e inseguridades. Para la mayoría de los profesores de yoga establecer sus precios es una verdadera lucha interna.
Lo que quiero señalar es precisamente la brecha que hay entre el VALOR que otorgamos al yoga y el VALOR que nos damos como transmisores del mismo.
Curiosamente nos cuesta admitir y reconocer el propio papel que nosotros ejercemos como profesores de yoga. Por tanto nuestros PRECIOS muchas veces no reflejan el valor de nuestro trabajo.
Desde mi punto de vista tu eres increíble, eres el eslabón que lleva el yoga cada día a sus 5, 15 o 70 alumnos. Eres la pieza que contribuye a que la transmisión siga adelante.
Por tanto, si has leído este texto y algo te resuena, si estás luchando, si no llegas, si sientes miedo, es que algo no cuadra. No es cuestión de oferta, competencia o cantidad, por supuesto que esto influye, pero será mucho más fácil de asumir si lo abordas desde tu propia valía.
Equilibra tus precios a partir del valor de tu trabajo, no desde el ego, sino desde tu entrega, tu pasión, tu autoestima, tu reconocimiento y tu respeto.
Querido profesor de yoga, espero que estos consejos te sirvan en el inicio de tu recorrido.
Quizá dentro de 5 o 10 años mires hacia atrás y pienses…. “Recuerdo cuando leí aquel artículo de Keren en su página web sobre los primeros pasos para ser profesor de yoga….”
¡Un abrazo!
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