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¿Son las contraposturas en el yoga realmente necesarias? Una mirada a la biomecánica del cuerpo

Foto del escritor: Keren ParraKeren Parra

Actualizado: 24 jun 2024



Las contraposturas están en la mente de todo practicante de yoga constantemente.

Son principalmente, una preocupación:

“Si hago la postura X tengo que hacer su contrapostura para compensar”.

“¿Esta postura tenía contrapostura? ¿Cuál será?”.

“No puede ser, se me ha olvidado hacer la contrapostura, me voy a quedar descompensada”.


La idea de que hay posturas que necesitan de otras posturas para compensar algo y que si no se compensa nos quedamos descompensados es interesante y curiosa, aunque principalmente errónea.


En este artículo pretendo abordar la cuestión de las contraposturas para aclarar cuándo tienen más o menos sentido y cuándo son realmente un problema.


Es un tema controvertido, probablemente muchas de las personas que estén leyendo esto se hayan puesto a la defensiva al leer la palabra “errónea” hace un par de párrafos. Sin embargo, a poco que comprendemos el funcionamiento del cuerpo podemos hacernos una idea adecuada de lo razonable o poco razonable que supone el concepto de contrapostura.

¡Vamos a ello!


El absurdo de las contraposturas


El concepto de contrapostura no es un concepto técnico, fisiológico o biomecánico.

Más bien es una idea basada en el precepto de simetría en el movimiento, algo que sobre todo en el siglo XX tenía mucho peso en los nuevos sistemas de movimiento que se estaban desarrollando y que estaban tomando fuerza.


El yoga moderno basado principalmente en posturas es uno de esos sistemas de movimiento que se crearon en el siglo pasado y que bebió de todas las influencias que en éste área eran fuertes en aquella época. La idea de base de las contraposturas es sencillamente que el aparato locomotor del cuerpo humano necesita estar en un equilibrio simétrico y si ese equilibrio se rompe existe una descompensación donde un lado puede estar más fuerte, flexible o móvil que el otro y eso acabará por alterar la funcionalidad del cuerpo en general.


Si un lado se estira, se debe estirar el otro.

Si estiramos la cara anterior del cuerpo, deberemos estirar luego la cara posterior.

Si trabajamos la fuerza de la pierna derecha, deberemos trabajar inmediatamente después la fuerza de la pierna izquierda.


En esencia, deberemos compensar cada movimiento con su opuesto para mantener ese equilibrio funcional. Sin embargo, el cuerpo humano no funciona así.


La asimetría fisiológica


Es cierto que intentar trabajar el cuerpo de forma global y movernos en todos los sentidos para desarrollar una capacidad global, pero no es cierto que sea necesario compensar cada movimiento ni tampoco que siempre debamos buscarlo. Esencialmente porque el cuerpo humano no es simétrico, e intentar buscar la simetría con esas “compensaciones” es tan inútil como absurdo. Para que nuestro cuerpo funcione bien, debe ser asimétrico y debemos entender y respetar esa asimetría.


Hay muchos ejemplos interesantes, pero creo que lo más claro y fácil de ver es pensar en nuestro tronco y todo lo que hay dentro de él. A la izquierda tenemos un estómago, a la derecha un hígado, justo por encima un pulmón más grande (derecho) y a su lado un pulmón más pequeño (izquierdo) y un corazón que pesa más en ese lado sobre un diafragma que no es para nada simétrico tampoco. Sólo esto ya debería darnos pistas. A nivel puramente funcional no somos iguales por un lado y por el otro y no debemos buscar compensar estas asimetrías.


Igual que no debemos buscar compensar las asimetrías en el plano sagital (derecha-izquierda) tampoco tiene sentido buscar compensar los movimientos en el plano frontal (adelante-atrás). Obviamente trabajar sólo la movilidad del lado derecho o de la parte anterior del cuerpo tiene poco sentido, pero es que esto es algo que no se da en la práctica a no ser que busques a propósito trabajar sólo de forma 100% asimétrica por algún motivo. Lo que no se da en absoluto en una clase de posturas de yoga, no hacen falta contraposturas para que el movimiento sea equilibrado, lo realmente difícil es moverse de forma no equilibrada en este sentido.


No hay nada que compensar


Es importante que entendamos esto. No hay movimientos que compensen otros movimientos.


Piensa en tu día a día:

¿Cuántas veces miras abajo en un día normal? ¿Por cada vez que miras abajo, inmediatamente miras hacia arriba para “compensar”?

Cada vez que te giras hacia un lado para mirar algo o porque te llama alguien, ¿inmediatamente te giras al lado opuesto para compensarlo?

Suena absurdo, y lo es.


Sin embargo, estamos empeñados en hacer una postura de flexión de columna y en el instante siguiente hacer una postura de extensión de columna para “compensar”.

Salir corriendo de una postura para hacer su contrapostura no es sólo innecesario en todos los casos, sino que en muchas ocasiones puede ser una mala idea (te pongo un ejemplo más adelante) y encima provoca algo que creo que es un mal endémico del yoga moderno y la práctica de posturas: dedicar tiempo, esfuerzo y preocupación a asuntos nimios.

Estamos preocupados por las contraposturas, por si serán correctas o no. Le dedicamos tiempo en las clases a hacer contraposturas y en las explicaciones tienen un papel protagonista. Y todo para algo que no aporta nada realmente, sólo porque no entendemos cómo funciona la mecánica del movimiento y el cuerpo en un plano general y funcional.

Hace 50 años o más esto podía tener sentido, el estudio del movimiento y de la mecánica articular apenas tenía recorrido y la intuición jugaba un papel mucho más importante y relevante. Hoy en día el conocimiento está accesible para cualquiera que quiera entender el movimiento y el cuerpo humano y sabemos que la intuición de compensar movimientos no es realmente importante.


El yoga no nació para ser un entretenimiento donde dejar nuestro tiempo y esfuerzo sin más. El yoga pretende ser óptimo, usar el esfuerzo de la mejor manera posible, y eso no cuadra con la enorme carencia a la hora de resaltar aspectos fundamentales del yoga cuando a la vez se dedican talleres, formaciones, cursos y clases enteras a hablar de cuestiones que no aportan nada y pueden incluso ser perjudiciales.


Cuando una contrapostura se vuelve peligrosa


Salir de la postura del puente (urdhva dhanurāsana) para ir al Niño (balāsana) como contrapostura no sólo es innecesario, sino que en este caso no es una buena idea. Si entendemos cómo funcionan las articulaciones vertebrales nos daremos cuenta de que pasar de extensiones profundas a flexiones profundas (ambas posturas lo son), es mala idea para la salud articular de la columna lumbar en estos casos.


Para entrar en detalles hay que partir de cierta base sobre el funcionamiento de la articulación vertebral y de los discos intervertebrales y sus anillos de colágeno, así que es cierto que no se puede saber sin tener esta base de conocimientos, pero… Si trabajamos con nuestro cuerpo o con el cuerpo de otras personas, habrá que tener cierta base, ¿no?

En este ejemplo nos vemos en una situación en la que no sólo no aportamos nada en positivo, sino que la costumbre de hacer estas “compensaciones” resulta que no es nada positiva a nivel de salud y funcionalidad.


En muchas ocasiones una contrapostura puede ser inocua, “sólo” perdemos tiempo y esfuerzo al hacerlas que podríamos dedicar a algo más interesante. En otras ocasiones, como en el ejemplo anterior, el concepto de contrapostura se vuelve perjudicial para la salud de quien las practica.


Conclusiones


Las contraposturas son innecesarias y, a veces, peligrosas.

Cierto es que hoy en día en cada escuela, estilo o incluso cada profesor tiene su propia lista de posturas y contraposturas asociadas, y que muchas veces no se termina de entender la lógica que se sigue por ni siquiera son movimientos opuestos entre sí, lo que hace que esas contraposturas sean más bien una pérdida de tiempo que un peligro.


Pero esto no quita que varias de las contraposturas más extendidas supongan una tensión mecánica innecesaria que resta más que suma. Dejando esto a un lado, considero que el hecho de llevar el foco de lo realmente importante a cuestiones que no aportan nada en positivo como son las contraposturas es un perjuicio en sí mismo.


El tiempo en las clases es limitado, el esfuerzo que dedicamos al yoga no es infinito tampoco, y si ese tiempo y esfuerzo están orientados a estudiar toda una teoría desarrollada (y bastante dispar) sobre las contraposturas no lo estamos dedicando a cuestiones que pueden realmente hacer progresar muchísimo más a nuestros alumnos (y a nosotros mismos) y lograr así más y mayores beneficios reales.


Sé que es un tema controvertido, y que decir que las contraposturas son innecesarias, sobre todo personas que tienen el concepto de contrapostura en el eje central de su enseñanza o que han dedicado tiempo, dinero y esfuerzo a formarse en este tema. Pero también sé que muchas personas tienen una visión crítica de la realidad y serán conscientes de que no es necesario creerme a mi porque sí, sino que es suficiente con estudiar la biomecánica corporal en las posturas y ejercicios de yoga para comprobar lo que digo.


Lo bueno de estudiar el cuerpo humano y lo bueno en concreto de la biomecánica es que no va de opiniones. Espero que este artículo te sirva, y espero que realmente te ayude a poner el foco en los aspectos importantes de tu práctica.


Si tienes alguna duda o discrepancia respetuosa estaré encantada de leerte y responder en los comentarios de aquí abajo.




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